DE LA FENOMENOLOGÍA DEL PERCIPIENS A LA TOPOLOGÍA DEL SUJETO

                                                                                                                        Susana Kaplan

Un recorrido posible por el texto: «De una cuestión preliminar…» deja al descubierto la lógica que lo estructura. Por tal razón, para leer el primer apartado de este escrito, trazaré un recorrido y ubicaré en uno de sus puntos extremos al percipiens y en el otro al sujeto.

Alguien podría refutar este punto de vista afirmando que el sujeto aparece aludido desde las primeras líneas; sin embargo, este argumento no sería una objeción, en la medida en que el sujeto se presenta de un modo singular, omitido por las diferentes posiciones filosóficas y psiquiátricas que han pretendido abordar la alucinación. Lacan inicia la quinta y última sección del primer apartado titulado «Hacia Freud» con la ubicación de las «alucinaciones verbales»[1] en las “Memorias de un enfermo nervioso de Daniel Paul Schreber”. A pesar de que ya había empleado este término compuesto para marcar sus diferencias respecto de las posiciones clásicas, al reiterarlo, vuelve a subrayar que su análisis se centrará en la cadena significante. La estructura de la palabra –afirma– ya está en el perceptum. Este último término se conjuga con otro que Lacan empleó con anterioridad, el percipiens, ambos propios de la tradición escolástica. El uso de los términos latinos le permite acentuar que las teorías pretendidamente científicas conservan residuos de esa vieja tradición. Al mismo tiempo, intenta desnaturalizarlos, despegarles paulatinamente el significado clásico que se les había otorgado.

Luego de este rodeo, sentará su posición al afirmar que se detendrá sólo en el texto de la alucinación, concretamente en el modo en el cual ha sido formulado. Su análisis se apoyará en una referencia precisa: “Ensayos de lingüística general de Roman Jakobson”. Éste último inicia el capítulo titulado «Los conmutadores, las categorías verbales y el verbo ruso» aislando los vehículos de la comunicación verbal: código y mensaje. Cada uno de ellos quedará luego reducido a una letra: C y M respectivamente. A pesar de que ambos cumplen una función específica, presentan un aspecto en común: funcionan de manera doble, a la vez que pueden ser utilizados, pueden ser referidos. Distingue así cuatro tipos dobles, dos tipos de circularidad:

M/M «discurso citado»,

 C/C «los nombres propios»

y dos tipos de recubrimiento (overlapping)[2]:

M/C «discurso autónimo»

 C/M «conmutadores» (shifters).

Después de este pasaje por la lingüística, es posible precisar la lectura que Lacan hace del texto de las alucinaciones de Schreber. Siguiendo a Jakobson expresa:

 a los fenómenos del código (C) pertenecen las voces que hacen uso de la Grunsprache, la lengua-de-fondo («lengua primitiva») que Schreber describe como un alemán un tanto arcaico («algo anticuado»), pero siempre riguroso («lleno de expresividad»), que se señala por su gran riqueza de eufemismos. (Por ejemplo «recompensa» con el significado inverso de «castigo»; «veneno» por «alimento», «zumo» por «veneno», «impío» por «piadoso», etcétera. Dios mismo recibía el nombre de «respecto de aquel que es y será», una perífrasis por «inmortalidad». La «purificación» era designada como «probación», las almas que no habían llegado al proceso de purificación eran llamadas «almas probadas», las sometidas a purificación iban desde «satanás, diablo […] diablo inferior»[3].

 Las locuciones neológicas se componen de acuerdo a las reglas de esta lengua. Las alucinaciones (voces) informan al sujeto sobre su forma y empleo. De acuerdo a la clasificación de Roman Jakobson citada anteriormente, Lacan lee estas expresiones en la lengua de Schreber como algo «vecino» a los «autónimos» es decir, que lo refiere a un tipo de recubrimiento (ovelapping) M/C. La lengua primitiva, a través de las voces, le informa a Schreber cuál es el uso que deben tener las expresiones. Lacan aclara luego, que el objeto de la comunicación es el significante mismo y no lo que significa. Para explicarlo, toma otra categoría de Jakobson, el tipo de circularidad M/M. El mensaje consigo mismo queda redoblado, en la medida en que está soportado por seres que enuncian relaciones análogas a las conexiones del significante. Emplea el término Nervernanhang: «anexión de nervios» para describir cómo estos seres quedan reducidos a las palabras que los soportan y cómo se entifican en ellas. Con el propósito de leer el texto de Schreber con las categorías de Jakobson, Lacan hace un forzamiento y es posible que por ese motivo califique de «vecino» el término «autónimo», para establecer una diferencia respecto de los lingüistas.

Hasta aquí han quedado expuestos los «fenómenos del código», y con ellos, las voces que hacen uso de la “lengua fundamental”; esta relación podría remitir al metalenguaje, al respecto Lacan expresa: «tiende a demostrar la impropiedad de esta noción si apuntase a definir elementos diferenciados en el lenguaje».

Una breve interrupción para rescatar las palabras que Jacques Lacan refiere en el Seminario «Las psicosis»:

 «Si muchos de estos episodios de la historia de la psiquiatría son instructivos es quizá mucho más por los errores que destacan que por los aportes positivos que resultaran de ellos». Volviendo al escrito advertimos que se abre una hiancia; entre los fenómenos del código y del mensaje, Lacan alude a uno de los tópicos tratados por la psiquiatría: «la significación personal» (krankafke eigenbeziehung). Este término, expuesto en su tesis[4], es abordado a partir de Clemens Neisser. Él plantea que el punto clave que determina la construcción delirante reside en que «sin quererlo ni saberlo» el sujeto percibe las representaciones que se presentan en su conciencia especialmente con su propia persona, en un estado de gran perplejidad. La conciencia no está en juego. La «significación personal» es inconsciente. Describe dos momentos:

  1. El aumento de la «significación personal» es un síntoma directo o primario, cardinal de la paranoia que puede permanecer en estado pendiente un tiempo variable; es el sentido último de toda una serie de síntomas hipocondríacos de enfermedades corporales: agitación más o menos desordenada que alterna con momentos de abatimiento y alucinaciones.
  2. El sistema delirante es secundario y variable. Otros autores han re-trabajado las formulaciones de Neisser. Jaspers aborda la «significación personal» desde otra perspectiva, también objeta la posición de Kraepelin quien la relativizaba.

Regresemos al escrito, decíamos que Lacan introduce un intervalo. Éste queda enmarcado por significantes que lo bordean:

«Por otra parte»[5]

«Para volver a tomar el hilo»[6] .

Entre ambos, como ya quedó expresado anteriormente, trabajará los fenómenos que «han sido erróneamente llamados intuitivos». Estos fenómenos son descriptos con la misma temporalidad con la que se le presentan al sujeto. Ordenaré la secuencia sólo para tornar más accesible su apreciación: en primer lugar, ubicamos la falta, el vacío enigmático. Éste se le presenta al sujeto en el lugar de la significación misma (grado primero). Surge como la imposibilidad de responder a la pregunta: ¿Cómo se entiende eso? o ¿qué significa eso? En segundo lugar, la certidumbre de lo que eso significa. Lacan dice que esto se invierte, porque el efecto de significación se adelanta y la certidumbre se presenta primero, de modo que se produce una alteración temporal. La significación de la significación alude al vacío de significación. Luego postula la siguiente paradoja: a medida que «la alta tensión del significante llega a caer», es decir que las alucinaciones quedan reducidas a estribillos cuyo vacío es imputado a seres sin inteligencia ni personalidad, esas mismas voces le manifiestan su «concepción de las almas»[7]. Dicha concepción aparece como «la representación un tanto idealizada» que las almas se han formado de la vida y del pensamiento humano. Las visiones han iluminado la esencia del proceso de pensamiento y sentimiento humano a partir del análisis semántico. De aquí surge (en la octava nota al pie de página) la oportunidad de retomar las palabras de Freud que expresan que en el delirio mismo de Schreber se puede leer una anticipación de su teoría de la Libido.

Se podría leer en términos de «palabra-plena», «palabra-vacía» para emplear el modo como Lacan se refiere en esa época a aquella palabra que porta una significación y a aquella que no conlleva significación alguna. En este intervalo aparece también la importancia de los «pensamientosde-memoria», los encontramos en varios capítulos de la «Memorias». Pero ¿de qué pensamientos se trata? Extraeré del texto de Schreber aquellos fragmentos que permitan construir una respuesta. En el capítulo IX expresa: «los Rayos, que pueden leer mis pensamientos, pueden reconocer pausas en las que me entrego al no-pensar nada». Y en el capítulo XII sostiene: «El parloteo de las Voces era […] un vacío sonsonete de locuciones monótonas que reaparecían con monótona reiteración y que además mediante la omisión de palabras y hasta de sílabas, asumían cada vez más una falta de completamiento del lenguaje». Estos dos párrafos dejan al descubierto el vacío. Las afirmaciones de Lacan se van entrelazando entre los enunciados de Freud y de Schreber. Éste último emplea un recurso similar, transcribe literalmente el texto de las Voces. En la sexta nota a pie de página del primer capítulo nos aclara que no ha sido él quien inventó el término «antecámaras del cielo» sino que éste, como todas las expresiones que están entrecomilladas, designan la información de las Voces sobre el hecho en cuestión; se refiere a aquellas expresiones a las que jamás hubiera llegado por sí mismo, dado que jamás las escuchó de los seres humanos. Recordemos siguiendo a Jakobson, que Schreber se sirve del discurso citado (M/M) de modo directo (oratio recta) y esta operación lo lleva a transmitir su relato soportado entre dos términos, las Voces constituyen uno de los términos en los que se expresa la escisión.

 La pregunta antes planteada respecto de los pensamientos, aún no ha sido suficientemente respondida, para ello será preciso tomar algunas consideraciones, algunas aparecen en el apartado III, «Con Freud». Allí tomando algunas expresiones de Schreber, Lacan articula los pensamientos citados con los pensamientos inconscientes freudianos, aclara que estos últimos, pese a regirse por las leyes propias del proceso primario, principio que los diferencia de los «pensamientos de todos los días, nobles o vulgares», están perfectamente articulados y se expresan en impersonal: «Ello piensa».

 Retorno a aquellos fragmentos que nos conducirán a «retomar el hilo», para abordar, con Lacan, la función del significante en los «fenómenos de mensaje». Schreber comienza el capítulo XVI de las «Memorias» expresando que informará bajo qué forma se manifestará la «compulsión a pensar», se trata según él de «una coacción a pensar incesantemente, mediante la cual el derecho natural del hombre al descanso mental, al reposo transitorio de la actividad del pensar, por vía de no pensar nada, resulta menoscabado, como reza la expresión del lenguaje primitivo, se perturba el ‘subsuelo’ del hombre». Schreber se refiere luego a los Rayos que entran en vibraciones que corresponden a ciertas palabras humanas cuya elección depende de la influencia externa ejercida sobre él. Luego escribe: Además ya desde el comienzo imperó el sistema de «no hablar con frases completas», es decir las vibraciones que contenían mis nervios y las palabras producidas de esta manera no contenían la mayoría de las veces pensamientos completos, cerrados en sí mismos, sino sólo fragmentos de ellos, y se les proponía… como tarea a mis nervios el completarlos para formar algún sentido razonable.

 Varios términos pueden extraerse de esta frase: la formulación está expresada bajo la forma de negación. El «no» introduce la falta en la completud de las frases, luego la falta de completud se hace extensiva a los pensamientos. El sistema de dejar las palabras en suspenso se desarrolló durante años [expresa Schreber]

“…las almas comenzaron a carecer de pensamientos propios. Durante años y a intervalos cada vez más breves me soplaron en los nervios locuciones conjuntivas o adverbiales concebidas para introducir en ellas proposiciones relativas, pero eran mis nervios quienes debían completarlas de una manera satisfactoria para el espíritu pensante.”

Para Lacan, los «mensajes interrumpidos» que se sitúan entre el Sujeto y su interlocutor divino (Otro), dan forma a una prueba de resistencia, se trata de un verdadero reto o desafío. Están ubicados entre la palabra plena y la palabra vacía o entre la lengua fundamental y los estribillos.[8]

Aclara luego, que se detendrá en el texto mismo de lo que se podría llamar provocación; entre paréntesis agrega otro término: prótasis. Aquí se produce un salto: esta expresión pertenece a otro campo semántico.

 ¿Cómo se define la prótasis? Veamos tres definiciones:

  1. «Primera parte de una oración simple o la primera oración de una compuesta cuyo sentido queda incompleto y pendiente de ser completado por la segunda parte de la simple o la segunda oración de la compuesta llamada apódosis. Ej: Poco a poco (prótasis) se va lejos (apódosis). El término se aplica principalmente a la subordinada condicional».[9]
  2. «En la oración compuesta condicional o hipotética, oración afectada por la conjunción ‘si’ o equivalente». Apódosis: «Segunda parte de una oración o de un período en que se completa lo expresado en la primera o prótasis».[10]
  3.  Desde el punto de vista filosófico, «la apódosis es la proposición que expresa la consecuencia o conclusión de la condición. La primera de las proposiciones se denomina condición antecedente o prótasis. La segunda, apódosis».[11]

Sigamos con la lectura, las tres frases interrumpidas que Lacan emplea en su escrito están extraídas del capítulo XVI del texto “Memorias de un enfermo nervioso”. Las transcribe para ilustrar que, al interrumpirse en un punto preciso, la significación queda en suspenso. Allí Schreber expresa que desde hacía años escuchaba cada día, reiteradas miles de veces, las palabras pronunciadas dentro de sus nervios sin ninguna conexión: «¿por qué sólo?», «por la razón de que yo», «porque puesto que yo» … además un ¡Oh sí! absolutamente sin sentido, y por último ciertos «fragmentos de locuciones expresadas otrora de manera completa». La versión española «De una cuestión…», ceñida a lo literal, no permite apreciar dónde toma apoyo la tesis central de Lacan. Por lo tanto, reproduzco a continuación las frases en las tres lenguas para señalar las diferencias[12]:

1- Nun will ich mich…          Maintenant, je vais me…          Ahora me voy a…

2- Sie sollen nämlich…        Vous devez quant à vous…       Debe usted por su parte

  • Das will ich mir…           Je vais y bien…                            Voy a …

Comenzaré por la primera frase:

 Nun (Ahora) will (indicador de futuro, no se puede traducir en ausencia del verbo) ich (yo) mich (me)…

Maintenant (Ahora) je (yo) vais (voy) me

 En alemán como en francés, las frases terminan en el pronombre personal de primera persona «me» (me). La traducción que aparece en el escrito (realizada por Tomás de Segovia) es la siguiente: «ahora me voy a…»

Advertimos inmediatamente que no se interrumpe en el mismo lugar que en la lengua alemana y la francesa, finaliza en la proposición «a». Para que la frase pueda interrumpirse en el shifter e ilustre la afirmación de Lacan, es necesario efectuar una modificación: extraer el indicador de futuro will que en alemán aparece mostrando la acción.

 En la traducción de las «Memorias»[13] se presenta como sigue: «Ahora yo…» Esta traducción no es literal, pero en ella se puede ver que el punto donde se produce el corte equivale a aquel que se produce en la lengua alemana y francesa. Así la operación que Schreber realiza con la lengua queda explicitada.

Sigamos con la segunda frase:

Sie (Ud) sollen (debe) nämlich (por su parte)

Vous (Ud) devez (debe) quant à vous (por su parte)

Nuevamente se nota que tanto en la lengua alemana como en la francesa las frases se interrumpen en una expresión equivalente: nämlich viene de name, un adverbio que alude al nombre, empleado en este caso para reiterar el sujeto. Vous es un pronombre que puede funcionar como sujeto y complemento de tratamiento de cortesía. Ambos términos cumplen la función de shifter; en la traducción de Tomás de Segovia al español, en cambio, la frase aparece del siguiente modo:

 «Debe ud. por su parte…» Para que la interrupción quede situada del mismo modo que en las lenguas alemana y francesa, es necesario realizar una inversión, la traducción que se aproxima más es la siguiente:

«Por su parte debe ud…»

Tomemos la tercera frase:

Das (Eso) will (indicador de futuro, no se puede traducir en ausencia del verbo) ich (yo) mir (me)

Je (yo) vais (voy) y bien (bien).

 Aquí se observan diferencias, en la lengua alemana la frase termina en mir un pronombre de primera persona, mientras que, en francés, en cambio, la frase termina con el adverbio bien.

En español, Tomás de Segovia, traduce como sigue:

«Voy a…» Se interrumpe en la preposición «a», para que el corte se produzca en el shifter y se pueda apreciar la aserción de Lacan, extraemos la frase de la traducción de las «Memorias» «Yo me…» Este pasaje por las lenguas, permite resaltar el eje del análisis de Lacan, y advertir cómo las frases quedan detenidas en un punto determinado, en el grupo de palabras («términos-índices») que designan la posición del sujeto.

 Lacan advierte que esta interrupción elide la parte de la frase que se define por el empleo, ya sea del código delirante o común; esto implica que lo que queda en suspenso es la significación. En estas frases, las prótasis, que para algunos lingüistas no necesariamente debe formularse con el «si» o conjunción equivalente, requieren de la apódosis o de la segunda parte de la oración para que advenga una significación.[14] Cuando se completa la primera frase de las «Memorias», se lee así:

«Ahora yo reconoceré que soy idiota»

 La traducción del escrito de Siglo XXI, si bien no varía en el contenido, se formula de un modo diferente:

«Ahora me voy a rendirme al hecho de que soy un idiota»

La tercera frase también aparece más clara en el escrito de Schreber:

 «Yo me dedicaré a pensarlo»

Digamos que las frases interrumpidas y las alucinaciones reducidas a estribillos y monsergas, son lugares precisos donde es posible leer el vaciamiento de la significación, ésta sólo puede advertirse si uno se detiene en el modo en el que han sido formuladas (en la lengua alemana).

 Para finalizar este trayecto, destaco nuevamente que es en la lectura del texto de Schreber y no en la fenomenología del percipiens donde se centra el escrito de Lacan. Desde esta perspectiva, es de notar la importancia que adquieren las frases interrumpidas, constituyen un lugar donde es posible ubicar al sujeto. Lacan realiza con ellas una operación doble: antes de presentarlas y analizarlas, interrumpe el hilo. Son ahora sus palabras las que quedan en suspenso. En el intervalo que se abre resuenan los «errores de la psiquiatría». Esta falla, a mi entender, impide que el vacío se cierre. Ahí radica lo «instructivo» de este apartado y el eje donde se apoya su transmisión.

Ahora sí, se puede afirmar que para abordar «Una cuestión preliminar al tratamiento posible de la psicosis» será preciso ubicar la función del significante en la estructuración del sujeto, pero ello no basta, por tal motivo, Lacan introduce, además, una topología que encuentra presente en el modo como Freud trabaja el inconsciente. Esta lectura de la obra freudiana trazará la «dirección» hacia donde intentará conducirnos en los apartados siguientes


[1] Ese sintagma Lacan lo extrae del libro «Lecciones clínicas», de Séglas.

[2] Solapa, solapado, traslapado. Nuevo diccionario Cuyás Inglés-español y español-inglés de Appleton 1972. Para el diccionario de Real Academia traslapar es cubrir algo total o parcialmente con otra cosa

[3] Entre paréntesis he agregado frases textuales de las Memorias de Schreber traducidas por Ramón Alcalde.

[4]  Lacan, Jaques De la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad. Versión inédita.

[5] Ídem p. 520

[6] Ídem p. 521.

[7] En su escrito Memorias de un enfermo nervioso Daniel Paul Schreber, expresa: «La concepción de las almas es, en su significado originario y a mi juicio, la idea un poco idealizada que las almas se han formado de la vida y el pensamiento humano. Las almas eran los espíritus difuntos de seres que habían sido hombres».

[8] Así las trabaja en el «Seminario las Psicosis», las frases se interrumpen en el punto en que va a surgir un significante que permanece problemático, cargado de una significación cierta, pero no se sabe cuál. Esa «significación irrisoria», sitúa la hiancia, el agujero, donde nada significante puede responder en el sujeto (Lección del 13 de junio de 1956).

[9] Diccionario de términos filológicos. Fernando Lázaro Carreter. Tercera edición corregida, Biblioteca Románica Hispánica.

[10] Diccionario del uso del español, María Moliner.

[11] Diccionario del español Manuel Seco, Olimpia Andrés, Gabino Ramos. Editorial Aguilar.

[12] Los párrafos donde se cotejan las tres lenguas han sido escritos a partir del intercambio y de las sugerencias que me ha aportado Graciela Fiorillo.

[13] Schreber, Daniel Paul Memorias de un enfermo nervioso. Barcelona, Ediciones Carlos Lohlé, 1979

[14] Lacan trabaja estos dos términos en un texto anterior «El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada», allí introduce una instancia de tiempo que cava el intervalo para que lo dado por la prótasis: «ante dos negros se mude a uno es un blanco, se necesita el instante de la mirada».