SCHREBER. HACERLE UN LUGAR A LA PALABRA Ivone Galantini

El texto se hace, se trabaja a través de un entrelazado perpetuo; perdido en ese tejido –esa textura– el sujeto se deshace en él como una araña que se disuelve en las segregaciones constructivas de su tela.

                         R. BARTHES[1]

  

  Estamos atravesados por nuestra lectura. Freud fue un lector de Schreber y nos aconsejó leerlo, Lacan se ubicó como lector de Freud.

¿Cuál es el interés de Freud por las “Memorias”? ¿Por qué Lacan introduce el caso en «De una cuestión…?

Desde mi propia operación de lectura articularé ambas posiciones. Pero, no debemos olvidar que ante todo está Schreber quien en su escrito refleja una lectura sobre lo que le sucedió.

            SCHREBER COMO LECTOR DE SÍ MISMO[2]

Desarrollo insidioso, bajo la influencia de causas

internas y según una evolución continua,

de un sistema duradero y difícil de romper.

Tratado de Psiquiatría

                          EMIL KRAEPELIN

  

  Las «Memorias» fueron escritas entre 1900 y 1902, su primera edición alemana se publicó en 1903. En ellas, Schreber relata su delirio y alucinaciones.

En la introducción nos adelanta que se esforzará por exponer de forma accesible los acontecimientos sobrenaturales que le fueron revelados.

    En el transcurso de su primera enfermedad dirá que no sobrevino ningún episodio que tuviera implicaciones de orden sobrenatural.

Una vez restablecido de esta enfermedad queda profundamente agradecido (al igual que su mujer) al Dr. Flechsig. Luego de un período de estabilidad sobrevendrá un segundo desencadenamiento.

    El delirio comienza en el momento en el que sueña que vuelve su enfermedad y tiene la fantasía de «que sería bello el hecho de ser una mujer en el momento en que es penetrada por un hombre».

    En la misma época escuchaba ruidos en las paredes, después de un tiempo dice haber descubierto que eran efecto de los milagros divinos, llamados «interferencias». El contenido más sobresaliente del delirio de Schreber que encontramos en sus «Memorias» es el siguiente:

    Respecto del orden del universo dirá que el alma del hombre tiene su sede en los nervios, y que Dios está constituido por nervios que se llaman rayos que están en el origen de toda creación, poseen además la facultad de transformarse en todas las cosas posibles del mundo. Afirma poseer él mismo conexiones nerviosas con rayos divinos: «las almas se dirigían a mí en su calidad de voces». Los nervios de Dios estarían constituidos por los de los difuntos, y como Schreber atrae los nervios de Dios, también lo hace con las almas de los muertos, que en su cabeza adquieren la forma de hombrecillos que le hablan todos a la vez.

    Siente que ha tenido acceso a la verdad, la misma se le ha presentado por revelaciones divinas. Las voces interiores le hablan sin cesar, y a veces le comunican revelaciones. Es la época en que las almas tienen pensamientos propios y lo que le dicen le resulta de su interés.

El lenguaje que habla Dios, escribe el autor de las “Memorias”, es el «lenguaje  fundamental» (lengua alemana, un poco arcaica), y no puede ser entendido a través de ningún lenguaje humano, el «lenguaje fundamental» se distingue ante todo por los eufemismos. Dios y el sol están en estrecha relación, a veces pueden identificarse y Schreber afirma que ha podido mirar el sol sin bajar la mirada y que el sol había llegado a palidecer ante su presencia, hablándole con palabras humanas.

    Afirma que en su cuerpo se ejercieron acciones degradantes, realizadas por «almas examinadas».

    Relata también que poseyó órganos genitales femeninos, desarrollados de forma imperfecta y que los nervios de Dios correspondientes a la simiente masculina habían sido proyectados en su cuerpo por un milagro divino, produciendo así una fecundación. Se ejercían continuamente milagros sobre su cuerpo. Sentía como sus órganos sexuales se iban transformando, adquiriendo la forma femenina. Se intentaba crear un nuevo mundo humano, «una nueva raza de hombres de espíritu Schreber», que surgiría a partir de algunos de sus nervios.

    «Sentí dos veces en mi cuerpo la realización del milagro de la eviración, y si este milagro no se logró plenamente es porque en él no participaron solamente rayos de Dios». La consecuencia de la eviración debía ser su fecundación por los rayos divinos para generar una nueva raza de hombres, estaba seguro de que las formas humanas que todavía podía ver no eran sino «imágenes de hombres construidos a la ligera» (designados así por las voces que hablaban en su cabeza).

    La facultad de cumplir este milagro, relata, es propia de los rayos divinos inferiores (Ariman) mientras que los rayos del Dios superior (Ormuzd) posee la facultad de regenerar nuevamente la virilidad.

    Cabe destacar que Dios está constituido por un Dios inferior: Ariman y un Dios superior Ormuzd.

    Se producía en él lo que se designaba como beatitud del «claro de luna», lo cual prefiguraba la beatitud femenina. Sintió dentro de sí varias veces los nervios pertenecientes a su mujer.

    Al final de la primera internación y comienzos de la segunda vio formas humanas enviadas por milagros divinos que se disolvían o desaparecían.

    Recién en la segunda internación, Flechsig se convierte para Schreber en un agente divino, realizando una conexión de nervios dentro de su cabeza, hablándole. Practicaba con él un «asesinato del alma», expresión de la lengua fundamental, que significa «volverse amo del alma de su prójimo (los nervios) y obtener gracias a esta alma una vida más larga o cualquier otra ventaja relacionada con la vida del más allá».

Toda intervención de Dios se llama «milagro», no importa, aclara, si las mismas son buenas o malas intervenciones.

    Los rayos querían saber su pensamiento. Para ello sorpresivamente le preguntaban, por ejemplo: «¿En que está pensando en este instante?». La pregunta en sí misma, dice, es un sinsentido, sus nervios, relata, permanecían inermes ante una pregunta similar y muy pronto se vieron obligados a recurrir a todo un sistema de falsificación de los pensamientos, los rayos movilizaban los nervios y los forzaban a predecir los movimientos vibratorios correspondientes a la ordenación de esas palabras.

    Estos rayos divinos también leían sus pensamientos y los trasponían en expresiones verbales (oscilaciones de los nervios humanos que se suceden según cierta cadencia regular), que corresponde a las vibraciones naturales de los nervios humanos. Además, existían otras voces «que parecían ser las voces de la omnipotencia misma de Dios».

    Es en el año 1894 cuando aparece en él la idea de que existía un complot que le estaba dirigido, el cual, cuenta, le fue revelado por el lenguaje de los nervios.

    Rechazaba todo tipo de alimento «las voces me hacían entender que era mi deber morir de hambre y de esta manera ofrecerme en cierta medida a Dios». También tuvo fantasías de morir ahogado en la bañera. Las voces lo insultaban y tuvo visiones. Decía que en la lengua de las almas su nombre era «el vidente» (luego, «príncipe del infierno»). Un día en un periódico pudo leer «algo parecido al anuncio de mi propia muerte».

    Leyó el tratado de psiquiatría de Kraepelin, llegando a la conclusión de que lo que a él le sucedía no tenía nada que ver con las voces alucinadas que describe dicho autor. En sus memorias se lee: «se entiende por experiencia alucinatoria toda experiencia interna vivida por sujetos cuya constitución nerviosa mórbida les expone a ciertas estesias que los llevan a comportarse como si sintieran sensaciones o percepciones (en el campo de lo visto u oído) cuando las condiciones externas normales de esas ensaciones o esas percepciones no se hallan realizadas». Pero, dice Schreber, hay que oponer reservas cuando se trata de voces de «origen sobrenatural». Lo que él entendía que era su caso. El alma de Flechsig era líder, el cerebro espiritual de toda la rebelión fomentada contra la omnipotencia de Dios. A veces se sentía obligado a dar un «alarido» para probarle a Dios que no estaba muerto y por momentos los alaridos se sucedían unos a otros.

    Se le exigía comportarse como un cadáver. En determinados momentos hablaba en voz alta o hacía ruidos con la intención de ahogar el cacareo de las voces y esto, decía, le procuraba a sus nervios algún reposo.

    «Sigo convencido, dice en sus Memorias, que las expresiones y fórmulas hechas no guiaron solas en mi cabeza, sino que hicieron intrusión en ella y fueron habladas desde el exterior». Este hablar dentro de su cabeza dice, no tiene nada que ver con la palabra normal, son palabras que se introducen por la fuerza en el espíritu de uno y se desarrollan allí como cuando uno recita de memoria.

    En el interior de su cabeza fue repetida la siguiente regla: «no olvidéis que la naturaleza de los rayos es que deben hablar».

Algunos de los rayos habían tomado la apariencia de pájaros milagrosos, los cuales le hablaban arrojándole palabras en forma desordenada que se parecen por asonancia, esto consistía para Schreber en un motivo de diversión.

    Todo lo que ocurría estaba referenciado a sí mismo. Y estaba convencido de que Dios le exigía un estado constante de goce. Se creía a sí mismo un hombre único en su especie con quien Dios se contactaba permanente por medio de los rayos, este contacto constituía un ataque contra el orden del Universo. «Creo que la publicación de mi obra me elevaría y no me rebajaría en la estima moral de los demás».

    Respecto de las alucinaciones, las almas que se dirigían a él en calidad de voces eran las del: padre, hermano, madre, esposa, suegro, amigo de la infancia (Ernest K) y un príncipe que surgió en su cabeza en calidad de «hombrecito»; también voces de la omnipotencia de Dios. Las voces le imponían cada tanto pelearse para poner a prueba su valentía viril. En las voces que provenían del Dios inferior el contenido de su discurso era una serie de estupideces neutras (se machacaba sin cesar, por ejemplo, David y Salmón, ensalada y rabanito, montoncito de harina, etcétera), cuya insignificancia permite asimilarlas a «pensamientos de no pensar en nada». También tuvo visiones (imágenes oníricas), las mismas en general trataban sobre el fin del mundo.

    En un momento llegó a ver dos soles y al sol siguiéndolo. Notaba que su cuerpo tenía un aspecto más o menos femenino. Ademásde la transformación de su cuerpo, aparecieron en él todo tipo de síntomas de enfermedades de carácter inhabitual.

    Le ponían «escorpiones» en su cabeza, que en su calidad de almas eran seres parlantes.

    En otro momento relata que el «ujier de la corte» que dormía en su habitación, se fundía con su cama y se volatilizaba progresivamente. Pudo observar también cómo algunos pacientes de la clínica cambiaban de cabeza.

    Y por la ventana advirtió que el edificio estuvo a punto de transformarse en un castillo, cosa que no ocurrió por un contra-milagro.

   La frase que sigue intenta dar cuenta de la importancia que le daba Schreber a la forma de ser leído: «del informe del Sr. Experto retengo con satisfacción que él mismo atribuye cierto grado de realidad a mis supuestas alucinaciones, a tal punto que aparentemente no duda de que yo escuche realmente las voces de las que tanto hablé en las Memorias».

    En apartados siguientes se presentan «otras» lecturas.

                    FREUD LEE EL TEXTO DE SCHREBER

Según la tendencia a expresarse por

hipérboles, tan común en las almas           

           DANIEL PAUL SCHREBER

    En 1911 Freud publicó «Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia (Dementia paranoides) descrito autobiográficamente», allí trabaja sobre el libro de Daniel Paúl Schreber: Memorias de un neurópata.

    Freud entendió que podría leerlo con los conocimientos del psicoanálisis. Uno de los primeros puntos que aborda es el de la transferencia con el Dr. Fleschsig, relación que, al igual que en otros casos de delirio persecutorio, le permite a Freud afirmar que la persona a quien el delirio atribuye tanto poder, el perseguidor y la persona odiada, es la misma que antes habría sido amada y venerada. La persecución que se establece en el delirio es la que sirve para justificar la mudanza del sentimiento en el interior del sujeto.

Se observa en el escrito «Acerca del mecanismo paranoico», en el apartado 3, el intento de Freud por encontrar aquello que resulte característico de la paranoia, ya que, dice, tanto el complejo paterno como la fantasía central de deseo son halladas también en otras neurosis. Por lo tanto, se propone situar la especificidad de la paranoia, esto es, la forma particular

en que se manifiestan los síntomas. Lo que implicará el mecanismo de formación del síntoma: «el carácter paranoico reside en que para defenderse de una fantasía de deseo homosexual se reacciona, precisamente, con un delirio de persecución de esa clase» (Freud, 1996).

    Para Freud el núcleo del conflicto en la paranoia del varón es la invitación de la fantasía de deseo homosexual, «amar al varón». A fin de demostrarla propone indagar las diferentes formas de afección paranoica. A tal efecto trabajará sobre una proposición y las declinaciones que se desprenden de ella, entendiendo que las formas de la paranoia pueden figurarse como contradicción a una frase: «yo lo amo». Todas las formas principales de la paranoia conocidas hasta ahora, dice, pueden ser combinadas como contradicción a esta única afirmación: «Yo (un varón) lo amo (a un varón)».

    En dichas combinaciones es posible notar cómo a través de proposiciones, de frases, los lugares se intercambian, estableciéndose de ese modo una circulación. Freud hace hablar al sujeto, le otorga la palabra.

    Basándose en la lectura de las «Memorias» encontrará que lo que ocasiona la psicosis de Schreber es el avance de la libido homosexual, el estallido de una moción homosexual.

    No es el objetivo de este material hacer un desarrollo exhaustivo de lo trabajado en el texto de Freud, sino simplemente mostrar el modo en que éste procedió con el escrito de Schreber, el valor que le otorgó a la palabra escrita, en pos de articular cuestiones concernientes a las psicosis; quedando él mismo situado como lector de esa producción.

    Ya que, nos dice, el paranoico deja traslucir aquello que el neurótico esconde:

a los paranoicos no se los puede compeler a que venzan sus resistencias interiores, y dicen sólo lo que quieren decir, en el caso de esta afección es lícito tomar el informe escrito o el historial clínico impreso como un sustituto del conocimiento personal. Por eso no me parece improcedente hilar unas interpretaciones analíticas a partir del historial clínico de un paranoico (dementia paranoides) a quien yo no he visto personalmente pero que ha descrito él mismo su caso y ha dado noticia pública de él librándolo a la estampa (Freud, 1996).

       

      LACAN LEE EL TEXTO DE FREUD Y LAS MEMORIAS

(…) ruego al lector de este trabajo

que se familiarice antes con ese libro,

dándole siquiera una lectura.

                 Sigmund Freud

    Lacan por su parte, en De una cuestión… recuerda que en el seminario de 1955-1956 reanudó, siguiendo el consejo de Freud, el examen de las «Memorias» lo cual le proporcionó la base de un análisis de estructura. En dichas «Memorias» destaca, se muestra de modo ejemplar el tema de las alucinaciones, por lo que las recomienda como lectura para todo el que quiera iniciarse en la fenomenología de las psicosis.

     Sería lícito preguntarse si al igual que Freud, Lacan está intentando encontrar un mecanismo que diferencie a la paranoia de otras estructuras.

     En el intento de hallar ciertas respuestas llamó mi atención el hecho de que algunos «lectores» aseguran que en De una cuestión… Lacan da cuenta del mecanismo de forclusión (verwerfung), mecanismo éste específico de las psicosis. Sin embargo en este escrito, si bien habla de forclusión[3], en ningún momento lo designa mecanismo, mientras que en el seminario 3

    Lacan parece haber sido más categórico al respecto.

    Hagamos un recorrido por algunos pasajes del seminario de 1955-1956.

En el texto establecido por Miller (J.M), en la reunión del 7 de diciembre encontramos:

«La proyección en la psicosis es muy diferente a todo esto, es el mecanismo que hace retornar del exterior lo que está preso en la verwerfung, o sea lo que ha sido dejado fuera de la simbolización general que estructura al sujeto»[4].

    Transcribiré a continuación los fragmentos de dichas reuniones extraídos de la versión estenográfica Ecole-lacanienne Jacques Lacan (JL) y la de Miller a fin de compararlas.

Reunión del 7 de diciembre:

    «Esta proyección (de la psicosis) no es la misma cosa, es sólo el mecanismo que hace que lo que está preso (tomado) en la verwerfung, lo que puso fuera de la simbolización general estructurante del sujeto, retorne del exterior».

En estas dos versiones podemos notar que Lacan enuncia que el mecanismo de proyección, cuando se presenta en las psicosis, es el causante de que retorne desde el exterior lo que está preso en la verwerfung. Subrayo el término retorno, ya que es esencial respecto de los diferentes modos en que este puede producirse.

En la reunión del 11 de enero de 1956 se puede leer (Versión J.M):

    «La verwerfung no pertenece al mismo nivel que la verneinung. Cuando, al comienzo de la psicosis, lo no simbolizado reaparece en lo real, hay respuestas, del lado del mecanismo de la verneinung, pero son inadecuadas».

11 de enero de 1956 (Versión estenográfica, J.L.):

    «La verneinung no pertenece al mismo nivel que la verwerfung, y habrá respuestas del mecanismo de verneinung que serán inadecuadas para responder a lo que reaparece en lo real al comienzo de la psicosis».

    La frase parece bastante enigmática. ¿Por qué Lacan se propone diferenciar la verneinung de la verwerfung? Contextualizo: avanzando un poco dirá que cuando algo que no fue simbolizado primitivamente, aparece en el mundo exterior, el sujeto se encuentra absolutamente inerme, incapaz de hacer funcionar la verneinung con respecto al acontecimiento. Está dando a entender que la respuesta por el lado de la verneinung es inadecuada, ¿acaso habría desde dónde dar una respuesta adecuada?

    Finalmente, en la reunión del 15 de febrero del mismo año, que es la que quisiera resaltar, leemos lo siguiente (J.M):

«¿De qué se trata cuando hablo de verwerfung? Se trata del rechazo, de la expulsión, de un significante primordial a las tinieblas exteriores, significante que a partir de entonces faltará en ese nivel. Este es el mecanismo fundamental que supongo está en la base de la paranoia. Se trata de un proceso primordial de exclusión de un interior primitivo, que no es el interior del cuerpo, sino el interior de un primer cuerpo de significante».

15 de febrero, versión (J.L):

implica bien esta verwerfung, este rechazo de una parte[5] de un significante primordial sin ninguna duda, esencial para el sujeto determinado, para cada sujeto, para un sujeto determinado particular, este rechazo de una parte del significante[6] a (hacia) las tinieblas exteriores, en algo que va a faltar, en ese nivel, deberá ser reconquistada a continuación a través de una vía que no es la vía ordinaria y característica del mecanismo fundamental que yo supongo, adonde quiero conducirlos como la base de la paranoia, proceso primordial de exclusión de un interior primitivo, que no es el interior de un cuerpo, que es un primer cuerpo de significantes, que es una primera posición de un determinado sistema significante, como el que se supone primordial, e indispensable, de eso se trata cuando yo hablo de verwerfung.

    En este párrafo seleccionado de la reunión del 15 de febrero, parece ser más categórico, allí nos dice Lacan, que la verwerfung es el rechazo de una parte de un significante primordial. Remarco «una parte» ya que aquí se diferencia la versión Miller y la estenográfica. En esta última claramente es enunciado que lo afectado por la verwerfung no es un significante, sino una parte del mismo. ¿Acaso sería eso posible?

Esto implica que algo va a faltar a ese nivel, y que deberá ser reconquistado por una vía diferente a la del mecanismo fundamental que Lacan supone en la base de la paranoia.

    Si tenemos en cuenta que, en el pie de página, como agregado de 1966, Lacan aclara que el artículo («De una cuestión…») contiene lo más importante de los dos primeros trimestres del año de enseñanza de 1955-1956, debemos creer que aquí re-trabaja lo desplegado en su seminario.

Sin embargo, ya no vuelve a mencionar que se trata de una parte de un significante, sino que encontramos lo siguiente:

La verwerfung será pues considerada por nosotros como forclusión (preclusión) del significante. En el punto donde, ya veremos cómo, es llamado el Nombre-del-Padre, puede pues responder en el Otro un puro y simple agujero, el cual por la carencia del efecto metafórico provocará un agujero correspondiente en el lugar de la significación fálica.

                UN LUGAR PARA (LEER) LA PALABRA

Lo escrito se distingue por una

preeminencia del texto.

              JACQUES LACAN

Siguiendo las recomendaciones que oportunamente señalaron Freud como posteriormente Lacan, me sumergí en las «Memorias», para luego abrevar en la lectura que de dicho texto realizaron ambos. Quedan para mí caminos abiertos.

En relación al término verwerfung (forclusión) considero que no está de más aclarar que estamos haciendo un recorte de un período particular de la enseñanza de Lacan. Tratándose además de un concepto complejo y muy amplio como para suponer que sería posible agotarlo en estas páginas. Simplemente se pretende dejar sentadas algunas cuestiones sobre este término, que, si bien da cuenta de la particularidad del modo de retorno en las psicosis, no se desprende de ello la pretendida relación bi-unívoca entre Neurosis-verdrangüng (Represión), Psicosis-verwerfung (Forclusión) y Perversión-verleugnung (renegación).

    Además, a lo largo de la enseñanza de Lacan el término se va desdibujando y perdiendo su especificidad.

    Comencé este trabajo con la pregunta sobre el interés por el caso Schreber; a fin de ir concluyendo diré que, en su intento por encontrar lo específico de la paranoia, tanto Freud como Lacan, leen el texto de un «sujeto determinado particular»: le dan la palabra.

    Al respecto no considero casual que en «De una cuestión…» emplee reiteradamente la «alucinación motriz verbal»[7] un término de Seglás, quien ha sido un precursor en leer en el decir del psicótico.

                                       ANEXO

RESEÑA BIOGRÁFICA DE DANIEL PAUL SCHREBER[8]

Bisabuelo: Daniel Godofredus: estudió científicamente los problemas agrícolas.

Padre: Daniel Gottlob[9]116 Moritz, médico, ortopedista, pedagogo (1808-1861).

Madre: Pauline Hasse.

Hermano mayor: Gustave, abogado. Al ser designado consejero judicial se

pegó un tiro.

Hermanas: la menor: murió enferma mental. Tiene otras dos hermanas

mujeres: Anna y Klara.

1842 – Nacimiento de Daniel Paul Schreber.

1861 – Muerte del padre a los 53 años.

1877 – Muerte del hermano 3 años mayor que él a los 38 años.

1878 – Schreber se casa (con Sabine). Días antes de su casamiento comenzó

a tener temores hipocondríacos.

1ª enfermedad.

1884 – Candidato al Reichstag (Cámara de Diputados).

Internación durante 6 meses (tiene 42 años) en la clínica psiquiátrica de la

Universidad de Leipzig. Es atendido por el Dr. Flechsig.

Esta etapa estuvo caracterizada por: temores hipocondríacos, hipersensibilidad

auditiva, humor inestable y lábil, convencimiento de que moriría de

un ataque al corazón, astenia, intentos de suicidio, obsesión por una imaginaria

pérdida de peso.

Sale de allí totalmente agradecido al Dr. Flechsig.

1885 – Externación.

1886 – Trabaja en el Tribunal Regional de Leipzig. Se reincorpora a su vida

profesional. Vivió 8 años de plena «felicidad en todo sentido», sólo empañada

por la frustración de no poder tener un hijo.

2ª enfermedad.

1893 – En el mes de junio le anuncian su próxima designación para el

Tribunal Superior.

En esta época tiene sueños en los que se ve padeciendo nuevamente su

enfermedad. Una mañana tiene la fantasía: «que sería muy bello el hecho

de ser una mujer en el momento en que es penetrada por el hombre»[10]117.

– En octubre comienza su trabajo como Senatspräsident. Se incorpora a

las nuevas funciones y aparecen sentimientos de angustia e insomnio. Escucha

crujidos en las paredes, padece síntomas de agotamiento mental.

Nuevamente consulta a Flechsig quien lo ingresa por segunda vez en la

clínica. (Según Schreber éste lo trató con elocuencia y mentiras piadosas).

Este encuentro con Flechsig marca el inicio de las voces y los hechos milagrosos

(No lo miraba a los ojos).

-En noviembre es internado en la clínica de Liepzig (tiene 51 años) Al

momento de ser ingresado presenta alucinaciones, ideas hipocondríacas y

persecutorias, «tristeza infinita», e intentos de suicidio. Su esposa lo visitaba

diariamente, pero Schreber a los 3 meses comenzó a evitar sus visitas.

Siempre siguiendo su relato, para él el mundo había sufrido una transformación

completa, se habían desatado los choques con fuerzas sobrenaturales.

Flechsig se convierte a partir de allí en un agente divino y realizando según Schreber una nueva

conexión de nervios, lo que implicó que hablará dentro de su cabeza.

Tras 6 meses de evolución progresiva de la psicosis, Flechsig lo declara incurable y

decide trasladarlo a una clínica psiquiátrica estatal.

1894 (14 junio) es trasladado al asilo Lindenhof.

(29 junio) es trasladado al asilo de Sonnenstein.

1900-1902 – Schreber escribe sus «Memorias» y comienza una acción judicial

para salir del Asilo.

1902 – (14 de julio) Pronunciamiento del Tribunal a favor del alta.

(20 de diciembre) Externación. (Asumió su juicio para poder manejar

su destino).

1903 – Publicación de sus «Memorias».

3ª enfermedad.

1907 – (mayo) muere la madre.

(14 noviembre) Enfermedad de la esposa (Ataque de apoplejía).

(27 de noviembre) Internación en el asilo de Dösen, Leipzig.

1911 – (14 de abril) Murió Schreber. Publicación del artículo de Freud.

1912 – Muere la esposa (54 años).


[1] Barthes, Roland. El placer del texto y Lección inaugural, México, Siglo XXI, 2000.

[2] Al final del libro, en anexo, se podrá encontrar una reseña del caso.

[3] En la versión castellana de los Escritos (edit. S.XXI) aparece como «preclusión».

[4] A fin de contextualizar la frase diremos que previamente Lacan planeaba la necesidad

de abandonar el término proyección, ya que, dice, si se lee bien, para Freud mismo

había resultado insuficiente.

[5] El resaltado en negrita me pertenece

[6] Ídem con las cursivas

[7] En el presente libro puede encontrarse una traducción.

[8] Parte de esta reseña se encuentra en mi tesis «El habla y las psicosis. Alusión

imaginaria».

[9] Gottlob significa «amor a Dios» «Querido de Dios».

[10] Ibídem (p.53)